martes, 15 de enero de 2008

Esa puta línea...




¿Que qué línea es esa? Pues la única línea que existe en este mundo señores. No, no es “la línea de fuego” ni es “la línea directa” ni mucho menos es la Línea de la Concepción. La línea a la que yo me refiero es aquella que muchos seres ingenuos e ignorantes han traspasado sin percatarse siquiera que su futuro amoroso (o en el peor de los casos, su futuro sexual) corría serio peligro. En efecto, se trata de la línea de la amistad. Esa puta línea…

Seguro que alguno de ustedes ha experimentado este cambio. Un día estas en el radio de frecuencia de los posibles ligues, eres un verdadero candidato a poder comerte a esa tía que te pone tanto y de pronto, de la noche a la mañana, te despiertas y te das cuenta de que solo eres un simple amigo donde ella pueda desaogar sus penas. Hay una frase muy típica que suele acompañar a estos traspasos de estado. Suele ser la confirmación de la inevitable y fatal desdicha y es una cosa más o menos como esta: “Te quiero, pero solo como amigo”. ¡Ajá! Así es señores, cuando oigan esta frase es que han traspasado la famosa línea de la amistad. Ya pueden coger un a cuerda e ir a ahorcarse al árbol más cercano porque ya esta todo dicho.

Así que tengan cuidado jovencitos, porque el día menos esperado esa línea puede estar bajo sus pies, y ya puedan llorar, berrear o patalear dará igual, será demasiado tarde…

sábado, 12 de enero de 2008

Un mundo ideal...


Una marioneta que se convierte en niño, una bella joven condenada a la servidumbre de su cruel madrastra, un pequeño elefantito que consigue volar, un humilde ladrón que se enamora de la princesa del reino y tantas otras historias que nos hacían vibrar en nuestros asientos como si fuésemos propios protagonistas de esas mágicas historias. Sí señores, así eran las películas de Disney, espejos donde se nos dibujaba un cuento fantástico pero muy real al mismo tiempo que nos instruía en los valores humanos y en los preceptos éticos de la vida.

Y es que una colección de películas Disney es la mejor educación que una persona puede tener en los primeros compases de su vida. Las películas Disney hacen que la infancia que si ya de por sí es feliz en la mayoría de los casos, sea más dulce todavía. Sentado en tu sillón, viendo una película Disney crees que nada malo puede pasar en el mundo. Una sensación de armonía y paz recorre todo tu cuerpo solo interrumpida en ocasiones por los terribles malos malísimos que toda película Disney tiene. Más adelante, cuando crecemos y maduramos, descubrimos desgraciadamente que Jaffar, Scar, Medusa o la malvada bruja son meros esbozos, disimulados plagios de los verdaderos malos que están ahí fuera y que las intenciones de éstos últimos son aún si cabe más terribles y feroces que las de aquellos dibujos animados que aborrecíamos de pequeños.

Ya lo dijo un gran filósofo llamado Rafael Cabrera: “Los niños ahora son más hijos de puta porque ya no ven películas Disney”. Y qué razón tenía este hombre, en una época en que los niños crecen jugando a videojuegos donde la sangre y las armas de fuego son las principales protagonistas, algunos niños (que no tan niños ya) echamos de menos aquellas maravillosas canciones que hablaban de la amistad, del amor, del compañerismo etc. Míticas canciones que han quedado como himnos generacionales de aquellos que crecimos y vivimos con las fantásticas historias de Disney.

Actuales y futuros padres, si no quieren que sus hijos se conviertan en unos cabroncetes sin amor ni respeto por nada, no duden en obsequiarles con una buena colección de películas Disney (y si son de las antiguas mejor). Es sin duda la mejor educación que podrán darles.

jueves, 10 de enero de 2008

Sindy, la chica incandescente



Sindy siempre me habla a través de sus ojos… Suele llevar en la boca chupa chups o piruletas de sabor fresa que colorean sus suntuosos labios de rojo. Le gusta pasar la lengua una y otra vez hasta que nota que el caramelo se hace más pequeño y entonces decide masticarlo.

Cualquiera hubiera catalogado a Sindy como una chica más del montón. Para mí es algo más. Irradia sensaciones que hacen bailar a mi corazón a ritmo de salsa. Era mi musa, mi "Lolita" particular.

Aunque parezca mentira después de todo lo que he escrito, nunca me he dirigido una palabra con ella, aunque Sindy siempre me habla a través de sus ojos…