jueves, 18 de octubre de 2012

Una merecida jubilación



Hace un par de semanas en Córdoba, tuvo lugar un pequeño homenaje dedicado a un hombre. Un hombre que se jubila, o mejor dicho se pre-jubila, después de llevar más de 40 y tantos años trabajando. Perdonad la inexactitud pero perdí la cuenta hace tiempo, si es que alguna vez la tuve.

Desde que tengo uso de razón, la primera imagen de ese hombre que siempre me viene a la cabeza es la de un señor vestido con traje y corbata, tomando un café muy temprano en la cocina, antes de ir a trabajar. El trabajo era su mundo, sin duda. Pero ojo, nunca en detrimento de su familia, sino todo lo contrario. Estoy bien seguro que ese afán por trabajar duro, mucho tenía que ver precisamente con querer proporcionar una calidad de vida digna a su familia. Pero es cierto que fue un hombre entregado a su oficio al 100% y creo que allá por dónde pasó a lo largo de su extensa carrera profesional, tanto sus jefes como sus subalternos lo han sabido apreciar.

Este hombre del que os hablo es mi padre, y mi padre trabajaba en un banco. Ya sé lo que muchos estaréis pensando, "menudo diablo" jejeje. Cuando era pequeño y la gente me preguntaba a qué se dedicaba mi padre, yo siempre respondía que mi papá era "banquero". Con los años aprendí el arte de la sutileza y comprendí que  un simple "se dedica a la banca" quedaba mucho mejor.

Pero en estos tiempos que corren, con las instituciones bancarias señaladas por gran parte de la sociedad como las mayores culpables de esta maldita crisis que nos ahoga, (y en gran medida con merecida razón, para qué vamos a negarlo), puede hasta parecer arriesgado decir que tu padre se dedica a la banca. Pero si os digo la verdad, nunca me he sentido avergonzado de afirmarlo allá donde me han preguntado. Porque si alguien ha dignificado este sector tan deteriorado últimamente, ese ha sido mi padre, entre otros muchos por supuesto. Hace muchos años que aprendí de él valores como la honestidad y la responsabilidad. Valores que él siempre ha llevado por bandera.

En fin, volviendo a lo del homenaje, me dijeron que fue un acto precioso. Que al evento acudieron, además de buenos amigos, las más altas esferas del banco, incluido el presidente, que le dedicó también unas palabras. Me hubiera gustado estar allí. Sé que tuvo que ser un gran orgullo tanto a nivel profesional como personal que todos sus compañeros lo despidieran así. Y sé que a él le hubiera gustado que todos sus hijos estuvieran allí. Pero ya me han contado también que su hija, “la Rosita” o “la niña” como él la llama muchas veces, hizo una emotiva intervención en el acto. Así que en cuanto a representación de la prole, me doy por más que satisfecho.

En fin, estoy seguro de que seguiré viendo a mi padre muchas mañanas temprano, tomando un café en la cocina. Pero esta vez ya no llevará ese habitual traje de chaqueta, sino tal vez una indumentaria un tanto más cómoda como un chándal o unos pantalones de pana (de esos que decimos "de campo"), listo para ir a la finca de La Dehesa a “cavar unas zanjas” o para ir a darle un paseo a sus nietos en el "Dos Caballos". 


Disfruta de tu jubilación, que bien merecida te la tienes.

Un abrazo grande papá.