domingo, 15 de agosto de 2010

¿De toros va la cosa?

Ya que las plazas y fuentes de información y debate más influyentes de nuestro querido Pozoblanco cerraron de manera un tanto sospechosa hace tiempo, me veo en el deber moral se seguir con la labor periodística hasta aquel momento desempeñada y zanjada repentinamente desde entonces. Por tanto, creo que es necesario dar a este blog una nueva perspectiva política y social.

Triste es, que tipos normales como yo, con inquietudes políticas y sociales, no nos quede ya otro lugar donde expresar nuestras turbaciones que un maldito blog perdido de la mano de dios. Siempre, con la excepción del incombustible foro de Pozoblanco, el originario y aún en activo www.pozoblanco.tk

Aún así, y confirmando lo antes dicho, me veo en la obligación de imprimir un carácter más formal a este blog, y no ya como una plataforma de difusión de opinión al público en general, que sabemos que los asiduos a este blog son pocos, sino como simples análisis para uno mismo de temas de ayer, de hoy y de siempre como se suele decir en el mundo de la canción.


Así pues, y como partida de inicio de esta nueva era de pseudoperiodismo en la que me estoy implicando, hoy me dispongo a comentar la reciente ley aprobada por el Parlament catalán que trae como consecuencia la prohibición de la fiesta taurina en Cataluña.

Quiero advertir que no servirá este artículo como pretexto para exponer mi personal opinión como adulador o detractor de la fiesta taurina. De hecho, no pienso pronunciarme ante tal disyuntiva, ya que creo que es lo que menos importancia tiene ahora mismo.

Lo que a mí me gustaría resaltar es el contexto político que ha permanecido como trasfondo constante de esta decisión. Y es que están tan claros los intereses políticos en esta decisión como lo estuvieron en los años 90, en la decisión de encerrar al señor Mario Conde en la cárcel de Alcalá Meco. Y nada tiene que ver una cosa con la otra, pero es una manera de demostrar que cuando la mano política se mete de por medio, cualquier decisión soberana y trascendental que se produzca en este contexto, viene ya de partida con un cierto olor a podrido.

Yo para empezar, como joven español nacido al amparo de la democracia, nunca he sido muy partidario de las prohibiciones. Para prohibiciones ya hemos tenido 40 años y creo que muchos acabaron un tanto empachados de ellas. La gente debe ser libre de elegir. Elegir si quiere hacer esto o quiere hacer aquello. Elegir si quiere ir allí o quiere ir aquí. Elegir si quiere asistir a una corrida de toros, o por el contrario prefiere quedarse en su casa viendo el partido del domingo. Así que a priori, toda Ley aprobada por un parlamento (que al fin y al cabo son 4 gatos los que allí deciden por el resto de la sociedad) y que traiga consigo una prohibición, es ya una ley delicada la cual hay que analizar meticulosamente. Por supuesto no hay que generalizar, ha habido y habrá muchas prohibiciones establecidas por el poder vigente que son necesarias para el bienestar de la sociedad en general. Pero personalmente creo que la prohibición de la fiesta taurina en Cataluña no es una de ellas.

Conociendo el contexto político en el que está inmersa España, con una Cataluña mordaz presionando para poder alejarse de cualquier costumbre nacional que pueda vincularla al país de la que no se siente miembro, la gran duda que me corroe es cuántos de esos diputados sobre los que recayó la responsabilidad de resolver sobre el futuro de la fiesta taurina en Cataluña, lo hicieron basándose en motivos exclusivamente animalistas.
Yo que soy hombre confiado en nuestro sistema, aunque muchas veces por esto pueda pecar de ingenuo, quiero creer que la prohibición de la fiesta ha sido por causas puramente animalistas. Pero entonces, no entiendo como el Parlament catalán no se ha planteado también prohibir los famosos “Correbous”, que al fin y al cabo, son otra manera de cometer otro tipo de atrocidades contra el toro.

No sé, como ya dije antes, esta decisión siempre me olió un poco a podrido desde el principio. La falta de coherencia en algunos partidos políticos, y en este caso concreto, algunos partidos catalanes, me hace pensar que hay algo que no está bien. Y es que desgraciadamente, la incongruencia de principios de algunos partidos políticos, es tan común hoy en día es nuestro país, que se empieza a ver como algo normal, y esto es muy peligroso.

Sinceramente y bajo mi modesta opinión, creo que la defensa de los derechos de los animales ha sido vulgarmente prostituida y usada como simple excusa para romper cualquier tipo de costumbre común que pueda vincular al pueblo catalán con el resto del pueblo español.

Para terminar, y como veo que me estoy alargando en exceso, voy a adjuntar a continuación el interesante discurso del líder de Ciutadans, Albert Rivera ante el Parlamento catalán en el debate sobre la prohibición de las corridas. El señor Albert Rivera viene a reafirmar y completar las inquietudes expuestas ya por un servidor en este artículo.

Sin nada más que decir por hoy, solo me queda desearles unas muy buenas noches.





PD: No se vayan a creer que el amigo Mazinger va a dejar de lado el carácter descarado e informal que suele impregnar las entradas de este blog. Lo de hoy ha sido simplemente un insólito y aislado ataque de cordura. Un saludo.