En tardes cálidas como la de hoy,
no puedo evitar acordarme de aquellas otras también apacibles soleadas, cuando
pasábamos el tiempo a las orillas del verde (que no azul) Donau, con guitarras que nadan y
cervezas en mano como único instrumento para completar la sosegada estampa, y donde la improvisación musical fluía como si de agua de aquel mismo
río se tratara.
Hace ya un año de aquello, pero sigue retenido en mi memoria como si fuera ayer. Buenos tiempos y buena gente.
Se os echa de menos por la bella
Baviera amigos míos.
1 comentario:
jajajajajajaja qué grande
Publicar un comentario